“Todo empezó con un error al teclear[...]quería encontrar un compañero para jugar a las damas chinas, pero después de escribir <>>, repitió la palabra jugar...JUGAR A JUGAR”
El protagonista es Leo, un estudiante al que le gustan las matemáticas y los juegos. A través de su ordenador conoce a Hal, un personaje misterioso cuyo secreto sólo se averigua al final de la novela, que le enseña a «jugar a jugar», es decir, a entrar en un metajuego que no es otro que el de la investigación científica en su sentido más amplio. A lo largo de la novela se suceden las aventuras y los elementos intercalados, totalmente engarzados en la trama: juegos de ingenio, fragmentos de un libro de consulta, conversaciones con especialistas... que proporcionan la base necesaria para que Leo vaya realizando su aprendizaje de joven investigador.
Destaca en el planteamiento de El gran juego la visión humanista del hecho científico: Galileo
aparece citado junto a Leonardo da Vinci, Newton o Pessoa. Matemáticas y poesía se dan la
mano porque el impulso creador es el mismo, porque los dos son lenguajes o instrumentos en
manos del ser humano.
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